No somos partidarios de la desaparición porque siempre hay un paraíso que nos atrapa. Las imágenes de la serie Tote Kojoten (Coyote muerto), nos ofrecen desde el a del realismo, la tragedia e ironía del sacrificio, cuestionando la evidencia de un rostro deformado para acceder desde él a la evidencia de una estrategia del rapto y su consecuencia más dramática: El Ecce homo contemporáneo.



Nos situamos ante el instinto ciego y mecánico del Pathos en la supervivencia, donde la realidad es el desenlace físico de cualquier presión manifestada a través de la sangre o su simulacro: el destino del coyote es su muerte en la cuneta de cualquier carretera, un estado postraumático que nos acerca a esa estética teatral y barroca que permite replantear las iconografías sobre el sacrificio.